sábado, 23 de abril de 2016

El Espectador lanza su editorial digital

"1989 un año para tener en la memoria" y "Carlos Gaviria Díaz, su pensamiento" ya se encuentran disponibles en iTunes y Android.



A través de Editorial EE, El Espectador ofrece a sus lectores la posibilidad de acceder a textos exclusivos que van más allá de la agenda noticiosa diaria y permiten una aproximación en profundidad a tendencias y fenómenos sociales nacionales e internacionales en formato de libro digital tanto para tabletas como ara dispositivos móviles.
 
‘1989 un año para tener en la memoria’ es un documento histórico que relata los crímenes selectivos de dirigentes políticos, los atentados terroristas con carros bombas y los asesinatos de jueces, magistrados, gobernadores y policías, que fueron en 1989 el detonante de la cruenta guerra que paramilitares y carteles de la droga le declararon al Estado. 
 
A través de crónicas, perfiles, entrevistas usted podrá entender la ofensiva criminal que dejó centenares de muertos y una huella imborrable en la memoria de una generación de colombianos que creció en medio del pánico colectivo.
 
Relatos que describen al abogado Héctor Giraldo Gálvez, apoderado de la familia Cano en el proceso por el asesinato del director de El Espectador Guillermo Cano Isaza. Testimonios inéditos de la familia del entonces precandidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento, que fue asesinado ante los ojos de centenares de personas en Soacha, Cundinamarca. O los conmovedores recuerdos de los empleados de El Espectador que fueron víctimas de un camión cargado con 60 kilos de dinamita que explotó junto a la sede del periódico en Bogotá.  Hacen parte de este libro con el que se rinde un homenaje a todos ellos que perdieron la vida, víctimas del conflicto de la época. 
 
Y ‘Carlos Gaviria Díaz, su pensamiento’, un libro en el que amigos, colegas y su familia describen al magistrado que murió en 2015. 
 
Plumas como Héctor Abad Faciolince, Cecilia Orozco Tascón, Rodolfo Arango, Jaime Arocha, María Paula Saffon, Santiago Montenegro, María Elvira Bonilla, Rodrigo Uprimny, Mauricio García Villegas, Aurelio Suárez, Ana María Cano Posada y Patricia Lara Salive recuerdan al hombre de leyes que dejó un legado para el país. 
 
¿Cómo obtenerla?
 
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lunes, 18 de abril de 2016

Ley de honores a Carlos Gaviria Diaz


Carlos Gaviria y una ley que unió a izquierda y derecha




La ley de honores a la memoria del exmagistrado y excandidato presidencial fue respaldada por la Unidad Nacional, los conservadores, el Centro Democrático, el Polo y los independientes.

No hay antecedentes en el actual Congreso de la República de una causa que haya unido a todos los partidos políticos. Más allá de sus diferencias, la semana pasada se produjo un hecho particular. Por unanimidad, el Polo Democrático, la Unidad Nacional, los conservadores, los movimientos independientes, y hasta el Centro Democrático le dieron el sí a una ley que terminó por unir a todo el país representado en el capitolio.

Un año después de su muerte, y por iniciativa del Polo Democrático, el Congreso decidió aprobar la ley de honores del exmagistrado, excongresista y excandidato presidencial Carlos Gaviria, quien falleció en Bogotá el 1 de abril del 2015.

La gaceta del Congreso de las sesiones plenarias de la semana pasada dejará el registro histórico. Es la primera vez que en el actual Congreso una ley es respaldada por los 102 senadores y los 166 representantes a la Cámara.

Y aunque la iniciativa fue promovida por los polistas Iván Cepeda en el Senado, y el representante Alirio Uribe en la Cámara, los anales del Congreso registrarán  que esta ley tuvo como coautores congresistas de diversa tendencia como Roy Barreras (la U), Luis Evelis Andrade Casama  (Movimiento Alternativo Indígena y Social), Hernán Andrade (Conservador), Horacio Serpa (Liberal),  Doris Vega (Opción Ciudadana), Paloma Valencia (Centro Democrático), o Claudia López (A. Verde).
El senador Álvaro Uribe también votó a favor de esta ley de honores. A pesar de sus diferencias políticas, que los llevaron a competir por la presidencia de la República en las elecciones de 2006, el expresidente y congresista del Centro Democrático es de los pocos que se da el lujo de haber sido alumno de Carlos Gaviria. Dos hombres con ideas diametralmente opuestas, compartieron aula de clase en la Universidad de Antioquia en los años 70.
Gaviria ya era un consagrado profesor de derecho, mientras Uribe, quien militaba en el liberalismo, se destacaba entre sus compañeros por ser un fuerte opositor de las tesis de izquierda. En la década del 70 Uribe asistía a la universidad y entre sus clases estaba la de Filosofía del Derecho que dictaba Gaviria.
Allí, en medio de la vida universitaria de los convulsionados años 70, Uribe fue un contradictor a ultranza de las tesis de izquierda. Gaviria, por el contrario, era un defensor de los derechos humanos y daba sus primeros pasos en la defensa del delito político.
Cuando Uribe votó a favor de la ley quiso dedicar algunas palabras a su maestro y contradictor.
“La única teoría del estado que se enseñaba era la dictadura del proletariado y Carlos Gaviria fue un gran maestro sobre los elementos constitutivos del Estado de Derecho. Quiero rendirle un homenaje a su espíritu estudioso, combativo, a su cultura jurídica y general, a su erudición. Me siento muy honrado de que hubiera sido mi profesor y también mi contradictor en la elección presidencial del 2006, cuando tuve el inmenso honor de competir con él”.
Gaviria, nacido en el municipio antioqueño de Sopetrán y descolló como un defensor de los derechos humanos. Entre 1993 y 2001 fue magistrado de la Corte Constitucional. Se le recuerda como el ponente de la sentencia que despenalizó la dosis mínima, que luego intentó ser derogada por una reforma constitucional promovida por el entonces presidente Uribe.

También fue que eliminó la tarjeta profesional para periodistas, argumentando el derecho a la libertad de ejercer el oficio, y promovió la mayor participación de la mujer en cargos del Estado. La eutanasia, los derechos civiles de la comunidad LGBTI, y hasta la paz, que el denominaba como “duradera” calificativo que adoptó la Mesa de Conversaciones de Paz en La Habana, siempre fueron sus causas.

La ley de honores, que será sancionada por el presidente Juan Manuel Santos en un evento de gala que se llevará a cabo el próximo mes, no se limita simplemente a exaltar la memoria de Gaviria, sino que además contiene algunas medidas adicionales para lograr un mayor impacto en la memoria de los colombianos, según explica uno de sus autores, el representante Alirio Uribe.

Por ello, la ley, además de honrar y exaltar la memoria del maestro y exsenador de la República (artículo 1), encarga a la Unidad Administrativa Especial Biblioteca Nacional, la elaboración de una biografía, recopilación y selección de las obras de Carlos Gaviria, incluidas las sentencias en las que fue ponente para que sean compiladas y publicadas por el Congreso y difundidas ampliamente como docencia democrática.
También se autoriza al Gobierno para que a través del Ministerio de Educación, en asocio con la Universidad de Antioquia, publique un libro biográfico e ilustrativo de la vida de Carlos Gaviria Díaz.
También se busca homenajear al maestro Carlos Gaviria Díaz garantizando que algunas entidades que tienen entre sus objetivos y funciones la conservación y difusión del patrimonio cultural de la nación como la Radio Televisión Nacional de Colombia-RTVC y Señal Colombia, realicen una recopilación y circulen su vida y obra.  

La ley contempla la instalación  de imágenes alusivas a la figura de Carlos Gaviria en lugares representativos de su vida y gestión pública, como su municipio natal Sopetrán, el salón de sesiones de la Comisión Primera del Senado a la cual perteneció, el salón de la Constitución del Capitolio Nacional y la sede de la Corte Constitucional.
Igualmente se autoriza al Gobierno Nacional para que a través del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones al cual se encuentra vinculado la sociedad pública  Servicios Postales SA, coloque en circulación una emisión de serie filatélica, inspirada en la vida y obra de Carlos Gaviria.

También incluye la posibilidad de la construcción de esculturas y dar nombre a lugares para homenajear la memoria del exmagistrado y excongresista.

jueves, 31 de marzo de 2016

Carlos Gaviria, Un presocrático


 Carlos Gaviria hizo muchas cosas en su vida: fue juez de pueblo, profesor universitario, magistrado de la Corte Constitucional, tratadista de Derecho, senador de la República, candidato a la presidencia de una coalición de izquierda, autor de sesudos ensayos académicos (y no me sorprendería que hubiera sido también pudoroso y secreto poeta clandestino).

POR ANTONIO CABALLERO

Carlos Gaviria hizo muchas cosas en su vida: fue juez de pueblo, profesor universitario, magistrado de la Corte Constitucional, tratadista de Derecho, senador de la República, candidato a la presidencia de una coalición de izquierda, autor de sesudos ensayos académicos (y no me sorprendería que hubiera sido también pudoroso y secreto poeta clandestino). En lo ideológico, lo describieron de muchos modos: “comunista disfrazado”, lo llamó su rival electoral Uribe Vélez en lo que creyó un doble insulto: y Gaviria no era ni lo uno ni lo otro. En un artículo de entonces lo definí yo como un liberal en el sentido filosófico de la palabra; y, por liberal, hombre de izquierdas. Ahora, en hipócritas necrologías hagiográficas (qué bueno era el difunto), subrayan lo de “liberal” para borrar lo de la “izquierda”, como si los dos conceptos no fueran un continuum histórico. Y unos que ayer lo tachaban de oportunista por haberse lanzado a la baja política desde la alta magistratura lo llaman hoy profesor de ética.

En esas diversas encarnaciones le fue a Carlos Gaviria bien en algunas, y en casi todas mal. Muy bien como escritor, para placer de sus lectores: la claridad concisa del pensamiento. Mal como político práctico: anodino parlamentario, derrotado candidato presidencial (aunque supo llevar a la izquierda colombiana a su más alta votación en la historia), incompetente jefe de partido que no pudo impedir ni su corrupción ni su disgregamiento. También bastante mal como guía ético, como “sabio de la tribu”, para usar uno de los epítetos suscitados por su inesperada muerte: la Corte admirable que él presidió hace veinte años es ahora un nido de podredumbre y un foco de vergüenza. Y muy mal como profesor Derecho: en la Universidad de Antioquia fue su alumno el futuro atrabiliario presidente Uribe Vélez.
No hay novedad en eso, la verdad sea dicha: recordemos que ya hace dos mil años fue alumno del moralista estoico Séneca el futuro atrabiliario emperador Nerón.
Muchas fueron, digo, las facetas de Carlos Gaviria. Empezando por su propia cara, que dibujé para ilustrar este artículo: una cara hecha de rasgos heteróclitos, como los de la quimera de la mitología. Una alta frente de pensador, una gruesa mandíbula barbada de león, un cutis liso y sonrosado de bebé, una blanca melenita coquetamente descuidada, una naricita respingada de niño travieso, un ancho cuello de toro. ¿Una cara de qué? De Papá Noel, se dijo muchas veces. De maestro de escuela, de sabio distraído de tiras cómicas, de abuelito benévolo, de apóstol retratado por un pintor manierista (un San Pedro de El Greco). Una cara de filósofo.
Precisemos: de filósofo presocrático. Una especie de Protágoras. Pues cuando lo describí en aquel artículo de hace diez años mencioné a Kant y a Voltaire, porque no conocía entonces (ni él lo había dado todavía a la imprenta) un bello librito que, de una pudorosa y secreta manera, podría mirarse como su autobiografía intelectual: “Mito o logos” (creencia o saber). Son apenas un centenar de páginas en las que lleva al lector desde los orígenes poéticos de la filosofía de los griegos hasta el pensamiento de Platón. Y en ellas muestra Carlos Gaviria una particular amistad por la heterodoxia y el escepticismo de los sofistas del siglo v, que tuvieron la pretensión impía, prometeica, la “descabellada y arrogante idea” de enseñarles a los hombres la virtud. Fueron por eso, para Gaviria, los fundadores del humanismo.
En la dedicatoria de ese libro a sus hijos escribe con desengañada ironía: “Para (mis hijos), cómplices de mi vocación por lo inútil”.


Hace un año falleció Carlos Gaviria Diaz