En 2006, con el Polo Democrático Alternativo naciendo, Carlos Gaviria le ganó la consulta interna del partido a Antonio Navarro y se convirtió en candidato presidencial.
El ‘maestro’, como le decíamos a Carlos Gaviria todos aquellos que estuvimos cerca de él en algún momento de su vida pública, fue un ser humano especialmente destacado.
Académico de toda la vida. Abogado y profesor por 30 años en la Universidad de Antioquia, donde llegó a ser decano de Derecho y vicerrector de la institución.
Cursó una maestría en Derecho en la Universidad de Harvard. Se interesó especialmente por las ideas y leyó ampliamente filósofos clásicos y contemporáneos.
Durante la segunda mitad de la década de los años 80 se desató una violencia generalizada contra defensores de derechos humanos y dirigentes de izquierda, que llevó al asesinato de amigos y compañeros suyos en la Comisión de Derechos Humanos de Antioquia como Héctor Abad Gómez, en 1987, lo que finalmente obligó a Carlos Gaviria a exiliarse en Argentina.
Los testigos de los hechos recuerdan que Carlos Gaviria tuvo el valor de pronunciar un discurso en el sepelio de Abad, pese a la inminencia de las amenazas de muerte contra él.
A partir de 1993 fue miembro de la Corte Constitucional en una de las épocas de mayor brillo de esa institución, cuando era respetada y admirada nacional e internacionalmente. En 1996 ocupó la presidencia de la alta corte.
Su paso por la Corte lo mostró como hombre de avanzada. Su ponencia, que se volvió sentencia al ser aprobada por la mayoría, sobre el derecho a morir dignamente, donde se expresa que “el derecho fundamental a vivir en forma digna implica entonces el derecho a morir dignamente”, fue reconocida como un paso adelante en el mundo entero.
Se recuerda también su ponencia, igualmente consagrada como sentencia, donde se despenaliza la dosis personal de drogas, que en una de sus páginas expresa: “Si el derecho al libre desarrollo de la personalidad tiene algún sentido (…) es preciso concluir que las normas que hacen del consumo de drogas un delito, son claramente inconstitucionales”.
Es un tema que continúa siendo parte del debate actual en el mundo, y la ponencia de Gaviria de 1994, hace 21 años, sigue siendo línea conductora para quienes defienden ese punto de vista.
Que un hombre de pelo blanco tomara por los cuernos temas tan contemporáneos, asuntos de los seres humanos del siglo XXI, es un mérito indiscutible. Y no fue solo un par de temas sensibles. Diría que se ocupó de todos, en asocio de otros de sus colegas en la Corte.
Los indígenas y su autonomía recibieron un apoyo sustancial en tutelas estudiadas por él. Fue muy importante la que se decidió en favor del pueblo embera katío del Alto Sinú con ocasión de la construcción de la represa de Urrá, donde estableció una jurisprudencia de amplia aplicación para todos los pueblos originarios, unificando la doctrina de la Corte y estableciendo sin dudas el derecho a la consulta previa.
Defendió la igualdad de derechos de hombres y mujeres cuando declaró inexequible el texto del Código Civil que invalidaba el matrimonio solo por causa del comportamiento de las mujeres.
Contribuyó a desmontar el uso indiscriminado de los estados de excepción. Defendió la objeción de conciencia frente al servicio militar en un salvamento de voto. Apoyó la despenalización del aborto en casos especiales, anticipándose a una norma posterior que lo estableció, entre muchos otros asuntos novedosos. Fue precursor de sentencias posteriores que le dieron la razón.
Muchos de los temas mencionados son de clara sensibilidad ante la opinión pública. Contradicen conceptos arraigados defendidos por instituciones poderosas. Muy pocos dirigentes políticos, si acaso alguno, los afrontan por temor a ser rechazados por los votantes.
Carlos Gaviria tuvo el valor de hacerlo y dio el paso a la política con éxito indiscutible.
En el 2002 fue elegido senador y obtuvo 116.067 votos, la quinta votación a la corporación en ese momento. Fui su vecino de silla en la Comisión Primera durante 4 años y lo conocí muy de cerca. Allí defendió sus propuestas con inteligencia y brillo, pero claro, como parte de la oposición al gobierno de la época.
Cuando se aproximaban las elecciones presidenciales del 2006, el Polo Democrático Independiente (PDI) me escogió como su precandidato presidencial.
En ese periodo nos juntamos con Alternativa Democrática, dando nacimiento al actual Polo Democrático Alternativo (PDA).
Sus amigos más cercanos le pidieron a Carlos que participara conmigo en una consulta popular para escoger un candidato presidencial único del PDA. Recuerdo que un día me confesó que tenía dudas en aceptar, porque creía que yo le ganaría la consulta, pues había conseguido una votación más alta que él 4 años antes en la elección de Senado. Finalmente participó y el día del conteo de los votos, Carlos Gaviria me ganó. Obtuvo el 52,5 por ciento de los votos de la consulta y fue escogido para participar en esas elecciones en representación de todos nosotros.
Esa campaña, en la que participé como jefe de debate de Carlos y Patricia Lara como candidata a la vicepresidencia, mostró el afecto que los colombianos le profesaban. Lo llamaban con gran cariño ‘papá Noel’ por su barba blanca y su figura bonachona. Se recorrió el país llenado plazas públicas y defendiendo su visión de lo que significaba el Estado Social de Derecho en una sociedad tan desigual como la colombiana. En esa campaña no fue posible realizar un debate que enfrentara cara a cara a los candidatos con el Presidente en trance de reelección. (Lea: Eutanasia y dosis personal, dos batallas que libró Carlos Gaviria)
El 28 de mayo del 2006 Carlos Gaviria ocupó el segundo lugar en la elección presidencial con un poco más de 2,6 millones de votos, el 22 por ciento del total, el resultado proporcionalmente más alto conseguido por una fuerza de izquierda en una elección presidencial en Colombia hasta el día de hoy. Asimismo, venció holgadamente a Horacio Serpa y Antanas Mockus, quienes ocuparon los puestos tercero y cuarto en la votación.
Se volvió desde ese momento la figura más importante de la oposición colombiana. Agudo, culto, firme en sus principios, hizo de una de sus frases un hito para una parte muy importante de sus compañeros de partido. Decía “sin sectarismo y sin ambigüedades” para señalar que en los debates no se debía excluir la razón del otro, pero no se debían hacer concesiones que se alejaran de los principios.
Las circunstancias de los años siguientes no se dieron para que fuera candidato presidencial nuevamente. Frente a resultados electorales que comprometieron su patrimonio personal, actuó con la transparencia propia de su carácter. Era una persona íntegra. Sus hechos acompañaban a sus palabras.
El ‘maestro’ Gaviria fue un colombiano de los mejores, como persona, como académico, como jurista, como político, como líder de opinión, como pensador.
Por eso es absolutamente correcto decir hoy, en su memoria, que Carlos Gaviria fue un Gran Colombiano.
Los hitos de su magistratura en la Corte Constitucional
1. Dosis mínima
Carlos Gaviria fue ponente de la sentencia C-221 de 1994, que despenalizó el consumo de la dosis mínima de droga en Colombia. La esencia de la decisión es que la restricción legal iba en contravía con el derecho inalienable de la persona a la autonomía y al libre desarrollo de la personalidad. El fallo de la Corte genera aún hoy duros debates e incluso fue objeto de una reforma constitucional promovida por el gobierno de Álvaro Uribe para castigar de nuevo las conductas despenalizadas en 1994. Decisiones de las cortes Constitucional y Suprema, sin embargo, han protegido a los consumidores como uno de los eslabones más débiles en la cadena del narcotráfico.
2- La eutanasia
El magistrado Gaviria fue también el ponente de la sentencia C-239 de 1997, que despenalizó en Colombia el homicidio por piedad y, en la práctica, la eutanasia para los enfermos terminales. En ese fallo la Corte le ordenó al Congreso legislar sobre la materia, pero como ha sido la constante en los asuntos de mayor controversia, el Legislativo ha optado por no asumir los costos políticos de cualquier decisión al respecto. A comienzos del 2015, 18 años después de la decisión de la primera Corte Constitucional, el tribunal le dio plazo perentorio al Ministerio de Salud para que dé las líneas que garanticen en Colombia el derecho de toda persona a morir dignamente.
3- Derechos de la mujer
En el 2006, la Corte despenalizó el aborto en tres casos específicos. Ese fallo menciona varios debates anteriores del mismo tribunal que fueron promovidos, sin éxito, por el magistrado Carlos Gaviria Díaz. En 1997, Gaviria votó a favor de que se declarara inexequible el artículo 345 del Código Penal de la época, que ordenaba arrestar entre cuatro meses y un año a la mujer embarazada que aborte, aún cuando el embarazo hubiera sido producto de abuso sexual o de inseminación artificial no consentida. Ese es uno de los escenarios despenalizados hoy en el país. En 1994, el magistrado sentó posición en contra de privilegiar derechos del feto frente a los de las mujeres.
4- 200 sentencias
En sus ocho años en la Corte Constitucional, entre 1993 y 2001, Carlos Gaviria fue ponente de más de 200 sentencias. La defensa de los derechos de los menos privilegiados y de la autonomía del ser humano fueron la línea que defendió siempre, tanto en sus proyectos como en el debate de las ponencias de los otros magistrados. Carlos Gaviria hizo parte de la primera Corte Constitucional, la misma que tumbó el sistema Upac cuando este se convirtió en un grave riesgo para los colombianos que habían adquirido vivienda a crédito. También apoyó la decisión de defender la efectividad de la acción de tutela, incluso en contra de sentencias de las altas cortes.
ANTONIO NAVARRO WOLFF*
Especial para EL TIEMPO
*Senador de Alianza Verde
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